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Un paseo a las salinas de Cáhuil

Un paseo imperdible para los visitantes que llegan a Pichilemu es dirigirse hacia la zona de Cáhuil, donde existen unas de las pocas salinas activas que van quedando en nuestro país. La sal de mar de Cáhuil es famosa, tanto que desde 2013 posee denominación de origen entregado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi). Además, hoy tienen un nuevo […]

Un paseo imperdible para los visitantes que llegan a Pichilemu es dirigirse hacia la zona de Cáhuil, donde existen unas de las pocas salinas activas que van quedando en nuestro país.

La sal de mar de Cáhuil es famosa, tanto que desde 2013 posee denominación de origen entregado por el Instituto Nacional de Propiedad Industrial (Inapi). Además, hoy tienen un nuevo estatus: el de gourmet, el de producto saludable y natural que en otros países es de uso extendido y que en Chile seduce a chefs conocedores.

Incluso el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes calificó a los salineros de Cáhuil como “Tesoros Humanos Vivos”

Cuando comienzan las lluvias, el caudal del río Nilahue crece y conecta al mar con la laguna de Cáhuil, ubicada en el extremo del estero. Esto permite el paso, a lo largo de siete kilómetros, del agua salada hacia el interior, donde están las piscinas que terminan inundadas. Y cuando finaliza la temporada de lluvias (hacia octubre), la marea se retira, el estero vuelve a quedar incomunicado con el mar y el agua queda atrapada en los cuarteles.

Posee una feria artesanal donde venden la sal de mar, incluso con sabores.

Para llegar a Cáhuil desde Pichilemu hay que tomar la Ruta I-500 y recorrer 13 kilómetros al sur.

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